Eso dicen que fue lo que ocurrió en la casa número 32 de la Gran Vía de Granada el 24 de noviembre de 1982...
Eso es lo que solemos decir cuando vemos morir a quien deja este mundo invadido por una paz que envidiamos...
Luego recapacitamos y la fe ilumina el vacío de la muerte... y nos hace ver la realidad... porque no "se quedó dormida" la sierva de Dios, María Stella Iglesias aquel 24 de noviembre... Aquel fue el más dulce de sus despertares, aquellos ojos que piadosamente alguna de sus hermanas habrá ayudado a cerrar con cariño y con respeto porque ya no volverían a ver la luz de este mundo, se abrieron a la LUZ... aquel corazón que alguien comprobó ya detenido para certificar la defunción emprendió en aquel momento un nuevo ritmo de latidos que no volverán a detenerse...
Le habían administrado los últimos sacramentos en la Solemnidad de Cristo Rey... y ella pidió que cantaran porque quería que la despedida fuera alegre...
Ya se había puesto el sol en Granada cuando a H. Stella "todo se le hizo claro"... por eso hoy la recordamos... por eso le pedimos... por eso agradecemos... por eso alabamos al Señor en la profunda certeza de que nos alcanzará la gracia poder ver... con unos ojos iluminados por la fe... con una mente anclada en la voluntad de Dios y un corazón al servicio de la caridad.