martes, 29 de noviembre de 2016

Elena Fidalgo: ¡GRACIAS!

Hoy se escribe una nueva página en la cronología familiar de la Sierva de Dios... Desde hoy en "la casa del Padre" la generación Iglesias Fidalgo al completo, interceden por las siguientes generaciones familiares y por todos los que tuvimos el privilegio de cruzarnos con alguno de ellos y ahora aguardamos con esperanza el reencuentro definitivo.
Vicente Iglesias y Elena Fidalgo
Desde la Riera de Colunga, donde nació el 2 de junio de 1913, hasta Buenos Aires, adonde llegó a bordo del 'Cabo de Hornos' el 9 de marzo de 1941, para contraer matrimonio, y desde Buenos Aires, rodeada del cariño de sus hijos y nietos hasta el regazo de Dios, hoy 28 de noviembre de 2016... estos han sido los viajes más importantes de Elena Fidalgo... 
Tuve el privilegio de conocerla cuando era ya, cronológicamente, casi centenaria pero sus ojos seguían desprendiendo chispas de vida... y su privilegiada memoria le consentía contar ordenadamente episodios de su Riera natal... de El Barradiellu... de su infancia y de su juventud… de un viaje por amor a través del Océano Atlántico desde el Viejo hasta el Nuevo Continente.
Creció en La Riera de Colunga y aprendió la profesión de modista. Cosía por las casas según la costumbre de la época…hasta que todo cambió cuando un cruce de miradas encendió una ráfaga de chispas en dos corazones… 
Yo no sé si los primeros rubores del enamoramiento los vivió en su adolescencia, o llegaron más tarde, cuando Vicente Iglesias, el menor de los hermanos de la sierva de Dios, regresó desde Buenos Aires a su Barradiello. La situación sociopolítica aconsejó al joven a embarcarse de nuevo, pero debieron darse en secreto, promesa de matrimonio… En 1940, Vicente Iglesias comunica a su madre lo que tal vez ella ya sepa: contraerá matrimonio con Elena Fidalgo que prepara viaje para embarcarse rumbo a Buenos Aires.
Elena dejó atrás las montañas, los prados, el mar, los caseríos, su familia y sus amigos… porque el corazón tiene razones que la razón no entiende…

Cuando alguien supera el umbral del tiempo y de la historia, no se va… permanece en la vida y en el afecto de quienes han formado parte de su existencia… pero a quienes nos quedamos se nos iluminan de pronto una batería de preguntas que por mil motivos no hicimos a tiempo… por eso no sé lo que escondían aquella mirada y aquella sonrisa que me cautivó en Buenos Aires. 
Superados los límites propios de edad tan avanzada, libre ya de las penas o dolores que la vida le haya ofrecido en su larga trayectoria… de Elena Fidalgo me queda para siempre aquel porte delicado y señorial, aquella sonrisa y la profundidad de su mirada… me quedan chispas de un cariño inmerecido que cobra nombre y rostro en quienes sienten el vacío de su ausencia pero pueden aliviar su pena con el consuelo de una presencia  ya no física y tangible pero no por eso menos real.
¡GRACIAS!