Hoy se escribe una nueva página en la
cronología familiar de la Sierva de Dios... Desde hoy en "la casa del
Padre" la generación Iglesias Fidalgo al completo, interceden por las
siguientes generaciones familiares y por todos los que tuvimos el privilegio de
cruzarnos con alguno de ellos y ahora aguardamos con esperanza el reencuentro
definitivo.
Vicente Iglesias y Elena Fidalgo |
Desde la Riera de Colunga, donde nació el
2 de junio de 1913, hasta Buenos Aires, adonde llegó a bordo del 'Cabo de
Hornos' el 9 de marzo de 1941, para contraer matrimonio, y desde Buenos Aires, rodeada del
cariño de sus hijos y nietos hasta el regazo de Dios, hoy 28 de noviembre de 2016... estos han sido los
viajes más importantes de Elena Fidalgo...
Tuve el privilegio de conocerla cuando era
ya, cronológicamente, casi centenaria pero sus ojos seguían desprendiendo chispas
de vida... y su privilegiada memoria le consentía contar ordenadamente
episodios de su Riera natal... de El Barradiellu... de su infancia y de su
juventud… de un viaje por amor a través del Océano Atlántico desde el Viejo hasta
el Nuevo Continente.
Creció en La Riera de Colunga y aprendió la profesión de modista.
Cosía por las casas según la costumbre de la época…hasta que todo cambió cuando un cruce de
miradas encendió una ráfaga de chispas en dos corazones…
Yo no sé si los primeros
rubores del enamoramiento los vivió en su adolescencia, o llegaron más tarde, cuando Vicente
Iglesias, el menor de los hermanos de la sierva de Dios, regresó desde Buenos
Aires a su Barradiello. La situación sociopolítica aconsejó al joven a
embarcarse de nuevo, pero debieron darse en secreto, promesa de matrimonio… En
1940, Vicente Iglesias comunica a su madre lo que tal vez ella ya sepa:
contraerá matrimonio con Elena Fidalgo que prepara viaje para embarcarse rumbo
a Buenos Aires.
Elena dejó atrás las montañas, los prados,
el mar, los caseríos, su familia y sus amigos… porque el corazón tiene razones
que la razón no entiende…
Cuando alguien supera el umbral del tiempo
y de la historia, no se va… permanece en la vida y en el afecto de quienes han
formado parte de su existencia… pero a quienes nos quedamos se nos iluminan de
pronto una batería de preguntas que por mil motivos no hicimos a tiempo… por
eso no sé lo que escondían aquella mirada y aquella sonrisa que me cautivó en
Buenos Aires.
Superados los límites propios de edad tan avanzada, libre ya de las
penas o dolores que la vida le haya ofrecido en su larga trayectoria… de Elena
Fidalgo me queda para siempre aquel porte delicado y señorial, aquella sonrisa
y la profundidad de su mirada… me quedan chispas de un cariño inmerecido que
cobra nombre y rostro en quienes sienten el vacío de su ausencia pero pueden aliviar
su pena con el consuelo de una presencia ya no física y tangible pero no por
eso menos real.
¡GRACIAS!