Se cumplen ya 150 años del nacimiento de Nicolás Iglesias, una bendición que Dios derramó sobre el mundo y entró en los anales de la historia por el torno del Hospicio de Oviedo. En el Corazón de Dios y en el silencio de la historia quedan las pruebas de lo que podemos intuir: una madre, sola, pobre, con pocos recursos y menos apoyos... tiene ya una hija y es pequeña todavía, cuando otro niño crece en su seno y se abre a la vida...
Un corazón de madre busca recursos en las situaciones más adeversas... Antonia Llames hace bautizar a su hijo con el nombre de Nicolás, luego se va hasta el Hospicio, lo besa tiernamente y, entre lágirmas, lo deposita en el torno...
Intenta alejarse... pero no puede ni quiere irse sola... Llama a una campanilla y se ofrece como madre de cría de una criatura que ella sabe que ha entrado por el torno... y Nicolás sale del Hospicio en los mejores brazos... y crece en los Montes de Barradiello junto a su madre y su hermana...
Y, pasados los años, él mismo creará su propia familia junto a Genara Fidalgo... una familia numerosa... trabajadora... creyente... y sus hijos extenderán su apellidos hasta tierras americanas... y una de las tres hijas que no salieron de España, engrandeceré el nombre y la figura de Nicolás, al estilo que hace Dios las cosas, en una vida sencilla y entregada a los pobres con un sello y una identidad: el de las Religiosas de María Inmaculada: la sierva de Dios María Stella Iglesias Fidalgo.
Hoy, en una solemnidad, la de la Santísima Trinidad, que señala particularmente el nacimiento y desarrollo de la Congregación, rendimos también nuestro particular tributo de gloria, honor y gratitud al Dios-Amor, Uno y Trino por la vida de Nicolás Iglesias.
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