martes, 24 de noviembre de 2015

Su muerte nos ha dejado una gran paz...

Eso anota la cronista de la comunidad de Granada acerca de la muerte de la sierva de Dios, María Stella Iglesias Fidalgo. 
El 21 de noviembre de 1982, la coincidencia de los calendarios civil y litúrgico, unía la fiesta de la Presentación de la Virgen y la Solemnidad de Cristo Rey. Era la última oportunidad que se les ofrecía a H. María Stella Iglesias y a H. Valentina Mardones de la comunidad de Religiosas de María Inmaculada en Granada, para renovar sus votos religiosos. A las dos, enfermas de gravedad, en aquella ocasión la Iglesia les ofrecía el consuelo de la fe, la oración de la comunidad y la Unción de los enfermos para sostenerlas en tramo final de su vida terrena.
A la sierva de Dios le bastaron tres días... el miércoles 24 de noviembre, con la misma sencillez y humildad con que había vivido se abandonó sin reservas en el Corazón de Jesús. La paz de su muerte se extendió como un suave perfume que atrajo a muchas personas hasta la antigua iglesia de Santiago, para rezar ante su cadáver, para dar gracias por tanto bien recibido y para implorar la ayuda de su intercesión en la certeza que ella ya podía ver a Dios tal y como Él es...


Hasta el lugar donde descansan los restos mortales de la sierva de Dios, siguen llegando peticiones de ayuda

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